El avance del Estado moderno con sus códigos y
leyes cristalizó para las mujeres una situación de subordinación que, con leves
matices, se impuso en todos los países de la región.
Luego
de tantas luchas, en el siglo XX comenzaron a registrarse los primeros logros
en el orden de los derechos políticos. Las chilenas fueron las primeras en
acceder al voto y las primeras en obtener el derecho al divorcio fueron las
uruguayas en 1907; luego siguieron las cubanas en 1917, que además lograron
otra importante conquista en 1918: la patria potestad.
Estas
conquistas difieren en cada país donde los derechos políticos, civiles y
sociales se abrieron camino de maneras particulares. Sin embargo, las luchas y
reivindicaciones femeninas no terminaron. Entre 1940 y 1970, las mujeres
alcanzaron un importante LUGAR. Las
primeras en obtener el derecho al divorcio fueron las uruguayas en 1907; luego
siguieron las cubanas en 1917, que además lograron otra importante conquista en
1918: la patria potestad.
El
mundo de trabajo es uno de los ámbitos donde se visualizan en mayor medida las
desigualdades de género. La mayoría de las mujeres reciben remuneraciones
inferiores respecto de sus pares varones por el mismo tipo de tarea. En la
década de 1970 se inició la generación de grupos que, siguiendo y traduciendo
el material de otras mujeres de los países centrales, armaron un programa de
emancipación para las mujeres, y lucharon entre otras cosas por la
despenalización del aborto y la lucha por el divorcio, por el reconocimiento de
los hijos llamados ilegítimos, por la patria potestad, la denuncia pública de
la violación, los golpes y el maltrato tolerado por el machismo.
Esta nueva camada de feministas
también cuestionó el autoritarismo, tanto del Estado como de los partidos
políticos y la educación. Iniciaron un rescate del pasado de las luchas de las
mujeres con el fin de reconocerse en su propia historia.
FUENTE: LAS MUJERES EN AMÉRICA LATINA. EXPLORA
CIENCIAS SOCIALES. Autora: Mag. Fernanda Gil Lozano (UBA) | Coordinación
Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA)
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